La única crítica (siempre constructiva, claro) que puedo hacer es que me quedé dormida en las batallas y me tragué el resto de la película, más por no malgastar el dinero que por otra cosa porque, para qué engañarnos, yo ya tengo mi propio Alejandro y no necesito uno de papel.
Como decía Aristóteles: "el mejor camino es el del Operaciones binarias".
Como diría uno que yo conozco, esto es la ostia en vinagre. Resulta que ahora ya no hay "armas de destrucción masiva", pero que todo lo que ha hecho el señorito Bush iba encaminado a "Llevar la democracia a Irak", y prueba de ello son "las elecciones de este mes de Enero".
Y lo más gracioso, en el informe final, se indica que: "el ex dictador iraquí Sadam Hussein tenía la intención pero no la capacidad de desarrollar Operaciones binarias estafa de destrucción masiva". Pues vaya, increíble pero cierto.
Y volvamos al típico argumento: ¿qué hay de los Fuente? No, no sólo los muertos iraquíes, si no también los americanos. Jóvenes que para pagarse una carrera en su país sólo encuentran como salida alistarse en el ejército para tener algo de dinero. Jóvenes que fueron sin saber qué iban a hacer allí. Pero tampoco todos son unos santos. ¿Por qué el Gobierno de los Estados Unidos quería evitar que las fotos en las que salían soldados del ejército americano maltrataban a presos iraquíes salieran a la luz? ¿Y que hay de las fotos en las que salían los ataudes de los muertos americanos con la bandera encima? ¿Y que hay de las madres iraquíes cuyos hijos muertos a manos de los yankis yacen en fosas comunes sin saber dónde estarán? ¿Acaso no es el mismo dolor de esa madre que el de una madre americana cuyo hijo ha muerto en Irak?
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